PERSONAIMAGEN
MASIFICACIÓN DE IMAGENES
CUENTO SOBRE EL ARTE CARTOGRÁFICO
La crónica de un imperio cuyos cartógrafos lograron tal perfección que "el Mapa de una sola provincia ocupa toda una ciudad, y el mapa del imperio, todo una provincia. Con el tiempo, estos mapas desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del imperio que tenia el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con el. Menos adictas al estudio de la cartografía , las generaciones siguientes entendieron que este dilatado mapa era inútil y sin piedad lo entregaron a las inclemencia del sol y los inviernos. En los desiertos del oeste perduran las ruinas del mapa habitadas por animales y por mendigos".
Joan Fontcuberta, La furia de las imagenes, 2016. p.184
En un periodo muy corto de tiempo, hemos pasado de una producción limitada de imágenes a una masificación, que sigue aumentando de forma exponencial. Este exceso de imágenes resulta una característica propia de la postfotografía.
Nos encontramos en la era de las fotografías hechas para no ser vistas, a pesar de lo antagónica que resulta esta idea. Las imágenes son visuales, se perciben a través de la vista. Por lo que, una imagen invisible, es una antítesis, impide la certeza de su existencia. Sin embargo, remarca la transformación de la relación de las personas con las imágenes. La imagen se ha convertido en un medio de expresión de las personas, en un nuevo lenguaje. En este sentido, resulta interesante, la obra de Christopher Baker, Hello world!, del año 2008, remarca esa cacofonía producida por el exceso de voces, en la que nadie escucha a nadie, y, en palabras de Joan Fontcuberta, constituye “un monólogo dirigido a una audiencia masiva potencial, con el fin de colmar, la aspiración de expresarse y obtener empatía”.
A pesar de que las imágenes aisladas, como medio de autoexpresión y de autoconsciencia, no sean el objeto principal de este proyecto, sí que creo que es importante mencionarlas debido a que constituyen un gran porcentaje de las imágenes producidas. Aun teniendo en cuenta que en su origen se producen de manera independiente, en su conjunto constituye un importante imaginario que responde a una problemática social actual.
Contribuyen, en gran medida, a la “contaminación visual” fruto de este exceso.
Sobre este aspecto trabaja Roberto Pellegrinuzzi, en su obra Memories. Este proyecto se centra entre la economía de la imagen y preservación de las vivencias. Pellegrinuzzi dispara a diestra y siniestra durante un año, ametrallando todo aquello que sucede a su alrededor hasta agotar el potencial productivo del sensor CCD[1] de su cámara. En total habrá obtenido 275.00 instantáneas: una cantidad brutal de imágenes, pero finitas
.
Este fenómeno constituye un reflejo del cambio de la relación de persona e imagen. “Todos somos a la vez productores y consumidores de imágenes”, nos hemos transformado en lo que Joan Fontcuberta denomina, homofotografos. (Fontcuberta, La furia de las imagenes, 2016, pág. 53).
Pienso que es importante parase a reflexionar la capacidad del sujeto a contribuir, de forma consciente o inconsciente, a los imaginarios colectivos, con las imágenes producidas de forma individual e independiente. Profundizaremos en esta idea en el siguiente punto.
[1] Los sensores digitales de las cámaras (CCD) tienen una obsolencia programada de aproximadamente un cuarto de millón de disparos.